El pasado 4 de noviembre de 2019 S.A.R. la princesa de Asturias pronunció su segundo discurso, siendo esta vez en Cataluña. Un discurso que sigue prácticamente la misma línea que el anterior pronunciado en Asturias con un mensaje claro y contundente. Esta vez la palabra y la imagen también se han fusionado para que ese mensaje llegara al público en cuestión y perdure en el tiempo. El uso del color rojo con botones dorados usado por la princesa no es nada casual ya que hace un «guiño» a los colores de la bandera española. Es también una forma de «comunicación no verbal» para consolidar su presencia como heredera al trono de España en tierras catalanas. Como era lógico de prever y esperar, parte del discurso se ha realizado en lengua catalana.
El discurso en sí está cargado y lleno de simbolismo que se materializa en la aparición de las siguientes palabras que, a mi juicio», llevan un mensaje que hay que saber leer entre líneas:
«importante», «emocionante», «honor», «simboliza», «presente y futuro», «esfuerzo», «talento», «esperanza», «apoyo», «generosidad», «compromiso»
Un mensaje que intenta trasmitir su sello de identidad ante su audiencia. Unas palabras que intentan dejar a la sociedad en general un mensaje que «va mucho más allá». La princesa de Asturias cierra el discurso con algo que también me ha llamado mucho la atención: «…que desde siempre ocupará un lugar especial en mi corazón (refiriéndose a Cataluña)». Casualmente el discurso en Asturias finalizó con «…es un día que llevaré siempre en lo más profundo de mi corazón«. Son las mismas palabras que pronunció su padre, el rey Felipe VI, en 1981 en su primer discurso en la entrega de premios de la Fundación Príncipe de Asturias. En este sentido, contamos con un mensaje lleno de simbolismo que se ha transmitido de generación en generación.
Con una sonrisa nerviosa al pasarse muy discretamente la lengua para humedecer sus labios cuando está recibiendo la gran ovación por el público asistente, la princesa de Asturias siempre espera la aprobación de su padre al girarse hacia él muy discretamente (lo mismo ocurrió en su primer discurso).
Ha sido un discurso donde la naturalidad y la armonía han sido y siguen siendo los grandes protagonistas; casualmente la base y esencia del protocolo. La palabra y la imagen se han fusionado para trasmitir un mensaje que perpetuará en el tiempo…